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    Ernesto Pimentel: "Tengo un mundo que va más allá de los flashes y las luces"

    “La Chola Chabuca siempre ha mostrado lo mejor de mí. Nunca he mostrado en ella nada que no sea algo en lo que yo creo. Me demoro en elegir lo que se va a poner y decir. Nunca he permitido ni que la empujen ni que la traten mal. Y siempre ha sido la dueña de su casa”, puntualiza.

    El actor, cuyo personaje más reconocido es La Chola Chabuca, es un activista de la lucha mundial contra el VIH/Sida. (Perú21/ Renzo Salazar)
    La primera pregunta que le lanzo a Ernesto Pimentel es ¿cómo estás? “Agradecido, fuerte, seguro y positivo en la verdadera acepción de la palabra”, responde con una sonora risa. “El tema es dónde encontrar la llave para las puertas que tú mismo te vas poniendo en tu vida”, añade y vuelvo a preguntar: ¿Y dónde has encontrado esas llaves? “En mí, en mi determinación, en que no tengo otra salida. He elegido enfrentarme a la vida y lo he hecho de manera permanente”, nos dice una persona que convive con el VIH desde hace 27 años.
    Precisamente, hoy es el Día Mundial de la Lucha contra el VIH/Sida y el actor detrás de la Chola Chabuca es un activista de esta causa. Mañana realizará una jornada, desde las 8 a.m., en la plaza Manco Cápac, en La Victoria. Habrá pruebas rápidas gratis de VIH, feria informativa, juegos, música y más.
    Ernesto vive con la maleta hecha. No porque piense en la muerte sino porque quiere seguir en la ruta buscando su mejor personaje: él mismo. Actuando, escribiendo y llevando alegría. “Lo mejor de mí aún no se ha dicho y lo peor tampoco”, sentencia quien busca en la palabra y la emoción sus mejores armas.
    La primera vez que estuviste frente a un féretro fue cuando falleció tu madre. Eras un niño de diez años. Me pasó algo raro. No tenía conciencia de la muerte como un punto final. Yo escogí el cajón y veía a la gente llorar, pero yo no lloraba. Vendí las joyas de mi mamá para pagar el cajón. Me di cuenta de que no tenía tiempo para tener pena y me ayudó a tomar decisiones: una fue quedarme en Arequipa solo para acabar mi primaria.
    ¿Qué querías ser? Siempre quise ser artista. Ese año que mi madre murió yo animé la promoción, hice el discurso, bailé Grease, canté “Fuma el barco” y me aprendí el himno de Arequipa. Cuando vine a Lima, vivía en un tercer piso, en Breña, donde todo era un cuarto. No tenía dónde hacer mis tareas. Me iba a la biblioteca detrás de la iglesia de los Desamparados. Ahí hacía mis tareas y cuando acababa, sacaba un libro.
    ¿En qué momento jugabas? Ese era mi juego: jugar con las letras, jugar otras vidas. Lo primero que hice con el dinero ganado fue comprarme un Larousse Ilustrado. Soñaba con ser un personaje del que pudieran escribir.
    ¿Ya eres la persona de la que quisieras que escriban? Soy una persona en construcción. El mejor momento de tu vida es el día a día. Yo era un chico que alguna vez le dijo a Dios: quiero llegar al año 2000. Ese era mi sueño.
    ¿Cómo dialogaban el hecho de que querías estar sobre un escenario y, al mismo tiempo, te gustaba leer, que más bien es un ejercicio introspectivo? Un actor que solo se aprende un texto, pero no sabe de dónde viene el autor, en qué contexto se creó la obra, etc., solo es un lorito. Un actor tiene que ser un ente cultural, tiene que formarse. Yo hago humor, pero un libro es un referente importante a la hora de improvisar. La mejor manera de expresarte es la que todos puedan entender, no la más rebuscada o complicada. Eso te da leer. Yo tengo un mundo que va más allá de los flashes y las luces.
    ¿La Chola Chabuca solo está para entretener? Yo no estoy aquí para agradarle a todos y todas. Estoy para darme una respuesta a mí mismo.
    En un momento que es necesario remarcar que a la mujer del ande se le debe tratar con respeto cuando se la representa en la televisión, ¿qué lugar ocupas? Desde que empecé a hacer la Chola Chabuca, siempre he mostrado lo mejor de mí. Nunca he mostrado en ella nada que no sea algo en lo que yo creo. Me demoro en elegir lo que se va a poner y decir. Nunca he permitido ni que la empujen ni que la traten mal. Siempre ha sido la dueña de su casa.

    ¿Cómo reinventarla? No dejando que abusen de ella.

    El segundo momento que te paras frente a un féretro es cuando te enteras de que tienes VIH. Fui a averiguar cuánto costaba un cajón. Tendría menos de 20 años. Saqué cuentas y no me alcanzaba para morirme. No tenía plata ni para el cajón ni para un año del nicho. Así es que decidí ¡a vivir!.
    Hoy el discurso en la calle es que “ya casi nadie muere por VIH/Sida”. Es controlable, tratable, de acceso gratuito, puedes hacer todo lo que quieras en la vida. Pero también es una enfermedad que te estigmatiza, que te afecta psicológicamente, que te hace sentir culpa, que te cuestiona y te pone en estado de alerta. ¿Quieres vivir a sobresaltos o con tranquilidad? Es mejor vivir sin VIH y todos haciéndonos una prueba podemos cuidarnos y cuidar a quienes queremos.
    Un tercer momento frente a la muerte fue cuando falleció tu abuelita. Esa fue otra forma de entender la muerte. Yo estuve hasta el último instante tomándole la mano. Comencé a hablarle, a decirle que la quería, agradecerle. Y la dejé partir, fue un momento duro, difícil.

    ¿Fue más difícil que perder a tu madre?

    Uhmm… Toda pérdida deja una sombra. Convivo con ella, su recuerdo es más cercano que antes, sigo pasando por su cuarto. Conservo sus oraciones, tradiciones, canciones. Va más allá de ir a llevarle flores al cementerio.
    ¿Ella conocía los detalles de tu enfermedad? Nunca hablé de esto con ella. No era necesario. Uno tiene que saber a quién se lo dice y en qué momento. Es más, de mi sexualidad tampoco hablé con ella. Los padres nunca te van a juzgar, la gente que te ama nunca te va a juzgar. Ella quería que yo sea feliz.

    ¿Qué te hace feliz?

    Poder alzar mi voz. Hacer reír. Mis campañas, dormir tranquilo.
    ¿Qué te jode?

    La prepotencia, la indiferencia. Que no se respete al otro y que vivamos poniendo etiquetas.

    ¿Qué es la vida?

     Hay que sacarle intereses y depositarla en un lugar seguro.

    ¿Qué es la muerte?

    Un punto de la vida, que está tan cerca de mí, como de todos.

    AUTOFICHA - “Nací el 20 de setiembre de… (no dice el año), en Lima. Estudié en la Escuela Superior de Arte Dramático. También seguí Pedagogía, Ballet y Música. He trabajado para E Entertainment Television, Film & Arts, he estado en el top People Report. Mis últimas presentaciones en el extranjero han sido en Panamá”.
    - “Mi programa está entre los cinco más vistos de la televisión peruana. La Chola Chabuca ya tiene 26 años en escena. No sé si llegue al cine. Me gustaría dirigir, escribir. Pero ahora estoy escuchando freestyle, la pelea de los gallos. Me parece inteligente, rápido, lúdico”.
    - “En el humor también está el juego de la palabra. Es lograr que la persona conecte contigo. Pero no tengo derecho a decir que el humor es de una sola forma. No puedo decir que haya TV basura porque sería como decir que hay público basura. Siempre voy a defender el entorno en el que trabajo”.
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    Item Reviewed: Ernesto Pimentel: "Tengo un mundo que va más allá de los flashes y las luces" Rating: 5 Reviewed By: Abdias Carrion
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